Por qué casi ninguna reforma cuesta lo que dice el presupuesto inicial (y la pista está en una línea)
Te entregan un presupuesto “cerrado”… y aun así acaba subiendo. La clave suele estar en una frase que casi nadie lee. Hoy te explico cuál es y cómo blindarte.

Un presupuesto bien definido por partidas y mediciones es clave para evitar que una reforma se dispare de precio.
Hay una escena que se repite más de lo que nos gusta admitir: te sientas en la mesa de la cocina, te pasan un presupuesto de reforma, ves un número “redondo”, respiras… y a los dos meses estás renegociando porque “han salido cosas”. Si te suena, no es mala suerte. En la mayoría de reformas, el problema no es que el profesional quiera engañarte, sino que el presupuesto inicial suele nacer con huecos técnicos (y a veces con “atajos” comerciales) que luego se convierten en euros.
Lo curioso es que la pista casi siempre está en una línea. Suele aparecer con palabras tipo: “según medición”, “a concretar”, “no incluido”, “imprevistos” o el clásico “precio estimado”. Esa frase, inocente a simple vista, es la puerta de entrada a los sobrecostes.
El “presupuesto cerrado” que no lo es: dónde se esconde la trampa
Muchos presupuestos parecen cerrados porque tienen un total final, pero por dentro funcionan como una lista de partidas con niveles distintos de definición. Y aquí empieza la fiesta.
Tres zonas rojas a revisar:
- Partidas sin medición detallada: si pone “alicatado baño” sin m², sin altura, sin despiece y sin material, no es una partida, es una intención.
- Materiales “por gama”: “sanitarios gama media” puede significar 200 € o 900 €… y la diferencia no es estética: afecta a instalación, válvulas, anclajes y plazos.
- Trabajos auxiliares invisibles: protecciones, desescombro, medios de elevación, repasos, remates, sellados, encuentros… lo que no luce en Instagram pero se paga.
Si quieres una referencia rápida de los “errores de base” que disparan costes, enlaza esto con Errores que encarecen una reforma sin darte cuenta: muchas veces el sobrecoste no llega por un gran desastre, sino por una suma de pequeñas decisiones mal atadas.
El gran culpable: los “extras” (y por qué aparecen aunque nadie los pida)
Los extras aparecen por tres motivos, y conviene distinguirlos porque no se negocian igual:
1) Extras por cambio de criterio del cliente
El típico: “ya que estamos…”. Cambiar un suelo por otro, mover un punto de luz, elegir una grifería distinta. No es “malo”, pero si no tienes un sistema de control, te come.
2) Extras por falta de definición del proyecto
Aquí el presupuesto inicial es barato porque falta información. A veces no hay planos actualizados, no se han abierto rozas, no se ha comprobado el estado real de bajantes, o no se ha definido el detalle constructivo (por ejemplo, encuentros de pladur con carpinterías).
3) Extras por condiciones ocultas del edificio
En pisos antiguos es muy habitual descubrir instalaciones pasadas, muros con sorpresas o soleras irregulares. Lo que significa en la práctica es que necesitas una “bolsa” de contingencia y un contrato que marque cómo se valoran esos cambios.
Si estás en esa fase de planificación, te ayudará leer Cómo afrontar una reforma de una vivienda: pasos claros para evitar errores y sobrecostes, porque una reforma no se controla “con fe”, se controla con método.
La pregunta que nadie hace (y que te ahorra cientos o miles de euros)
Antes de aceptar un presupuesto, pregunta literalmente:
“¿Qué partidas están valoradas como estimación y cuáles están medidas y definidas?”
Si el profesional no puede contestar con claridad (o se molesta), mala señal. Un buen presupuesto debería traer:
- Mediciones (m², ml, ud)
- Calidades concretas (marca/modelo o prestaciones mínimas)
- Alcance claro (qué incluye y qué no)
- Condiciones de modificación (cómo se aprueban y valoran cambios)
Licencias, tasas y “lo administrativo” que revienta el número final
Otra parte del sobrecoste viene de lo que no se ve: licencias, tasas, ocupación de vía pública, gestión de residuos, coordinación de gremios… En reformas pequeñas, estos importes pueden parecer “menores”, pero cuando no están contemplados, te distorsionan el total y, además, te pueden frenar la obra.
Y sí: también entra el IVA, que mucha gente da por hecho sin revisar. La Agencia Tributaria explica cuándo puede aplicarse el tipo reducido en obras en viviendas y bajo qué requisitos (por ejemplo, uso particular, antigüedad mínima, límites en materiales, etc.). Conviene leerlo tal cual en su guía oficial: ¿Qué tipo se aplica a las obras en viviendas?.
Contrato y derechos: el papel que te protege cuando todo se complica
Aquí va la parte aburrida… que es la que te salva.
- Si contratas como consumidor, te ampara el Texto Refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios. No es un “arma”, es un marco para reclamar si hay incumplimientos y mala praxis: Real Decreto Legislativo 1/2007 (BOE).
- Si la obra afecta a elementos de edificación y responsabilidades, conviene tener presente la Ley de Ordenación de la Edificación (especialmente por garantías y agentes intervinientes): Ley 38/1999 (BOE).
¿Significa esto que vas a judicializar una reforma? No. Significa que vas a firmar con cabeza: alcance, mediciones, calidades, plazos, forma de pago, penalizaciones, protocolo de cambios.
El sistema anti-sustos: cómo “cerrar” una reforma de verdad
Si quieres evitar que el presupuesto inicial se convierta en un chiste, aplica este sistema:
- Proyecto o memoria técnica mínima: aunque sea una reforma interior, define distribución, instalaciones y calidades.
- Presupuesto por partidas + mediciones: nada de “pack baño”.
- Tres ofertas comparables: comparar “totales” no sirve si no comparas “alcances”.
- Bolsa de contingencia: guarda un 10–15% para imprevistos (en pisos antiguos, incluso más).
- Órdenes de cambio por escrito: cada extra debe aprobarse con precio y plazo antes de ejecutarse.
- Pagos por hitos: no pagues “por adelantado” sin avance real; paga por fases terminadas y revisadas.
- Acta de final de obra y repasos: la obra no acaba cuando se van, acaba cuando se entrega bien.
Y si tu objetivo es reformar rápido (lo cual también incrementa riesgo de cambios y urgencias), te puede interesar cómo se planifica una obra corta sin improvisar: Reformas exprés 2025: renueva tu piso en 30 días.
FAQ
¿Es normal que el presupuesto suba?
Es frecuente que suba si el presupuesto inicial no estaba bien definido o si aparecen imprevistos reales. Lo evitable es que suba “porque sí”.
¿Cómo sé si un extra es razonable?
Pide siempre: descripción, medición, precio unitario y efecto en plazo. Si no hay eso, no es controlable.
¿Qué partida suele “romper” más el presupuesto?
Instalaciones (electricidad/fontanería) y acabados si no hay calidades fijadas. También licencias y residuos si estaban fuera.
¿Me conviene firmar un precio cerrado?
Sí, pero solo si el alcance está completamente definido y existe un protocolo claro para cambios. “Cerrado” sin definición es marketing.
