Por qué se inundan cada vez más los bajos y sótanos en ciudades españolas

Las inundaciones en viviendas en planta baja y sótanos ya no son episodios aislados. Cada vez ocurren con más frecuencia, incluso en zonas donde antes parecía impensable. ¿Qué está fallando realmente en nuestras ciudades?

Garaje subterráneo inundado por lluvias intensas en una ciudad española

Las lluvias torrenciales provocan cada vez más inundaciones en bajos y sótanos urbanos, especialmente en garajes y plantas subterráneas.

El agua ya no se queda en la calle

Se inundan los bajos y sótanos con una frecuencia que hace apenas diez años habría parecido exagerada. Garajes convertidos en piscinas, trasteros anegados, viviendas en planta baja inutilizadas durante semanas. Seguro que lo has visto en tu ciudad o incluso en tu propio edificio.

Lo llamativo no es solo que ocurra, sino dónde ocurre: barrios consolidados, zonas céntricas, edificios que llevaban décadas sin sufrir problemas graves de agua. Entonces, ¿qué ha cambiado realmente?



Lluvias más intensas en menos tiempo

La primera causa es evidente, aunque muchas veces se subestima. Las lluvias son ahora más cortas, pero mucho más intensas. Episodios de 30 o 40 litros por metro cuadrado en una hora saturan cualquier red de saneamiento.

Según datos de la AEMET, este tipo de lluvias torrenciales son cada vez más frecuentes en ciudades como Barcelona, Valencia, Madrid o Málaga. El problema es que la mayoría de las redes urbanas se diseñaron hace décadas, cuando estos picos simplemente no se contemplaban.

El resultado es previsible: el agua busca salida por donde puede, y suele encontrarla en los puntos más bajos del edificio.


Redes de saneamiento urbanas obsoletas

Aquí aparece una de las claves menos visibles del problema. Muchas ciudades españolas siguen utilizando colectores unitarios, donde aguas pluviales y residuales comparten la misma red.

Cuando llueve con intensidad, estos sistemas colapsan. Y cuando colapsan, el agua retrocede. Lo hace por sumideros, desagües de garajes o arquetas de sótanos.

Este fenómeno, conocido técnicamente como reflujo, explica por qué se inundan los sótanos incluso sin que el agua llegue a entrar desde la calle.

En este punto conviene recordar que el Ministerio para la Transición Ecológica lleva años alertando sobre la necesidad de modernizar estas infraestructuras, aunque su renovación avanza más despacio de lo deseable.


Edificios antiguos pensados para otro clima

Otra razón clave es el propio parque edificatorio. Gran parte de los edificios con bajos y sótanos se construyeron cuando el riesgo de inundación urbana era muy inferior.

En muchos casos:

  • No existen válvulas antirretorno.
  • Las cotas de acceso están por debajo del nivel de la calle.
  • Los muros no están impermeabilizados correctamente.
  • Los sistemas de drenaje son inexistentes o insuficientes.

Si te interesa profundizar en cómo afectan estos errores constructivos a la habitabilidad, en Habitaro ya analizamos cómo aislar térmicamente una casa antigua sin hacer obra, un problema muy ligado a la falta de protección frente a la humedad.


Más superficies impermeables, menos absorción

Las ciudades han ido sustituyendo tierra y zonas verdes por asfalto, hormigón y pavimentos continuos. Esto tiene una consecuencia directa: el agua ya no se filtra al suelo, sino que corre en superficie.

A mayor velocidad del agua, mayor presión sobre los puntos débiles: accesos a garajes, rampas, respiraderos y rejillas de ventilación de sótanos.

Por eso cada vez más expertos en urbanismo defienden soluciones como los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), que ya se aplican en ciudades europeas con buenos resultados.



Viviendas en planta baja: el gran punto débil

Las viviendas en planta baja concentran varios factores de riesgo:

  • Están a la misma cota que la calle o incluso por debajo.
  • Suelen tener patios, rejillas o accesos directos al exterior.
  • Muchas fueron diseñadas cuando el uso era comercial o auxiliar.

No es casualidad que, tras episodios de lluvias intensas, los seguros acumulen la mayoría de siniestros precisamente en bajos y sótanos. El Consorcio de Compensación de Seguros lo confirma en sus informes anuales sobre riesgos extraordinarios.


Hay otro elemento menos comentado, pero clave: los cambios urbanísticos posteriores a la construcción del edificio.

Calles que se han reasfaltado elevando su cota, nuevos edificios que alteran la escorrentía del agua o modificaciones en el alcantarillado pueden convertir un bajo “seguro” en una trampa hidráulica.

En Habitaro ya analizamos situaciones similares al hablar de errores que encarecen una reforma sin darte cuenta, donde muchas veces se ignoran estas variables ocultas.


¿Se puede evitar que se inunden los bajos y sótanos?

La buena noticia es que sí. Aunque no existe una solución única, cada vez se aplican más medidas eficaces:

  • Barreras antiinundación desmontables.
  • Válvulas antirretorno en desagües.
  • Bombas de achique automáticas.
  • Impermeabilización perimetral selectiva.
  • Rediseño de rampas y accesos.

Eso sí, cuanto antes se actúe, menor será el impacto económico y estructural.


Una advertencia clara para el futuro

Todo apunta a que se inundarán los bajos y sótanos con mayor frecuencia si no se adaptan edificios y ciudades al nuevo escenario climático. No se trata de alarmismo, sino de prevención técnica.

Las viviendas que se anticipen a este problema no solo ganarán en seguridad, sino también en valor. Porque, cada vez más, vivir tranquilo empieza por algo tan básico como mantener el agua fuera de casa.

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