Menos es más: por qué este principio sigue transformando la arquitectura contemporánea

Vista interior del Pabellón de Barcelona, una obra que materializa la esencia del concepto «menos es más» de Mies van der Rohe.
A veces, un edificio conmueve más por lo que calla que por lo que muestra. En un sector que tiende a la complejidad técnica y a la acumulación de capas, la filosofía “menos es más” vuelve a ganar protagonismo. ¿Por qué una idea nacida hace más de un siglo sigue marcando la manera en que diseñamos y habitamos los espacios? La respuesta combina estética, eficiencia y una sorprendente vigencia en tiempos de sostenibilidad.
Menos es más en arquitectura: el principio que cambió la forma de construir
La frase “menos es más”, atribuida popularmente a Ludwig Mies van der Rohe, condensa una visión donde la arquitectura se depura hasta su esencia. En este primer bloque es clave recordar que su origen literario se encuentra en el poema Andrea del Sarto (1855) de Robert Browning. Mies, formado en el contexto de la Bauhaus, la convirtió en un manifiesto arquitectónico que rechazaba el ornamento superfluo en favor de la estructura, la proporción y la luz.
Este principio minimalista —sinónimo de simplicidad arquitectónica o depuración formal— parte de una idea sencilla: cuando se eliminan las capas innecesarias, emerge la verdadera calidad del espacio. De ahí que en obras como el Pabellón de Barcelona o la Farnsworth House, la claridad estructural y la nobleza de materiales hablen con más fuerza que cualquier adorno. La documentación histórica del Mies van der Rohe Society o la Bauhaus-Archiv confirma cómo estos proyectos se convirtieron en iconos precisamente por su pureza formal.
La influencia de Mies van der Rohe en esta filosofía no se limita únicamente a sus edificios. También se refleja en piezas de mobiliario que han trascendido su tiempo, como la célebre silla Barcelona, un ejemplo extraordinario de cómo la pureza formal puede convertirse en un icono del diseño. Puedes descubrir su historia y evolución en nuestro análisis en Habitaro sobre la silla Barcelona de Mies.
Minimalismo y diseño funcional: cuando la estructura cuenta la historia
Menos es más implica también una elección consciente: dejar que el espacio respire. Esta premisa se vincula de forma directa con la llamada arquitectura esencialista, donde cada decisión busca depurar el proyecto hasta lo imprescindible. Diversas fuentes especializadas, como ArchEyes o First in Architecture, coinciden en que la simplicidad no significa renunciar a la complejidad, sino alcanzarla a través de una precisión absoluta.
En diseño de interiores, esta filosofía se traduce en:
- líneas limpias
- mobiliario que cumple una función clara
- materiales honestos sin maquillaje
- ausencia de ruido visual
- luz natural como elemento estructural más
Según la documentación del American Institute of Architects (AIA), reducir el número de elementos no solo facilita la percepción espacial, sino que mejora el mantenimiento, reduce costes operativos y permite incorporar soluciones técnicas más eficientes, desde instalaciones ocultas hasta sistemas integrados.
Menos es más como herramienta sostenible: menos material, más eficiencia
En un momento en que los edificios deben alinearse con normativas ambientales cada vez más estrictas —como la Directiva Europea de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD), disponible en la web oficial de la Comisión Europea—, la filosofía “menos es más” ofrece ventajas evidentes.
Un diseño depurado:
- reduce consumos materiales,
- simplifica la ejecución,
- disminuye residuos,
- permite integrar soluciones pasivas sin interferencias,
- y favorece la longevidad del edificio.
Este enfoque conecta con otros artículos de Habitaro sobre sistemas constructivos eficientes y sostenibles como la madera laminada encolada o la arquitectura vernácula.
Además, organismos como el MIT Architecture Research Laboratory han demostrado en varios informes que la reducción formal puede mejorar el rendimiento energético gracias a geometrías compactas y envolventes más controladas.
La paradoja contemporánea: menos elementos, más complejidad técnica
Aunque la premisa es sencilla, aplicarla exige precisión. Es una de las razones por las que Mies repetía que “la arquitectura comienza donde se colocan dos ladrillos con cuidado”.
La búsqueda de la simplicidad, paradójicamente, puede requerir alta tecnología:
- fachadas acristaladas con carpinterías mínimas
- estructuras que permiten grandes luces con pocos apoyos
- sistemas de climatización integrados e invisibles
- domótica sin impacto visual
- soluciones de continuidad espacial sin juntas a la vista
Los estudios de Otiima y de laboratorios de investigación europeos muestran cómo las carpinterías minimalistas o los perfiles estructurales invisibles tienen una complejidad técnica notable, aunque a simple vista parezcan sencillos. Lo que desaparece del campo visual aparece en forma de ingeniería de alto nivel.
Por qué “menos es más” vuelve a ser tendencia en vivienda
La vivienda, el lugar donde pasamos más tiempo, se ha convertido en el escenario perfecto para reivindicar esta filosofía. En tiempos donde las casas tienden a optimizar cada metro cuadrado, la simplicidad espacial ayuda a crear sensación de amplitud. Las viviendas con planta abierta, mobiliario sin estridencias y paletas cromáticas suaves responden precisamente a esta tendencia.
Los informes recientes de Idealista Data y Fotocasa Research señalan que la demanda de viviendas con diseño limpio y organizado ha aumentado notablemente, asociada a bienestar, salud mental y facilidad de mantenimiento. La arquitectura calmada está de moda.
Este enfoque coincide con muchos ejemplos que ya hemos analizado en Habitaro, como las propuestas de arquitectura de bodegas, donde la presencia del paisaje y la eliminación de elementos superfluos convierten cada elemento en parte de la experiencia.
Menos es más también en mobiliario: ergonomía, precisión y atemporalidad
Como diseñador de mobiliario e ingeniero de edificación, este principio es especialmente útil. Las piezas que mejor envejecen suelen ser las que no compiten por atención: proporciones correctas, ergonomía estudiada, materiales nobles y un diseño que se integra en cualquier interior sin dictar una única estética posible.
La documentación del MoMA Design Collection, por ejemplo, destaca cómo iconos como la silla Barcelona se mantienen atemporales precisamente porque renuncian a adornos sin función y confían en su geometría pura.
Cuando menos elementos construyen más emociones
La filosofía “menos es más” —junto con sus sinónimos como minimalismo arquitectónico, arquitectura esencialista o diseño depurado— no es una moda pasajera. Es una herramienta conceptual que sigue vigente porque permite diseñar edificios que dialogan con la luz, que envejecen bien y que se adaptan al usuario en vez de imponerle un estilo.
En tiempos de sobreinformación, complejidad y estímulos visuales constantes, no es casual que la buena arquitectura apueste por lo esencial. Y quizá, como decía Mies, lo verdaderamente difícil sea justamente eso: haber sabido eliminar lo que no es necesario.
Preguntas frecuentes
¿Qué significa exactamente la frase «menos es más» en arquitectura?
Es un principio que aboga por reducir el diseño a lo esencial, eliminando elementos superfluos para destacar estructura, luz y proporción.
¿Quién acuñó esta filosofía?
Su origen literario es de Robert Browning, pero fue Mies van der Rohe quien la convirtió en una referencia arquitectónica mundial.
¿Es lo mismo minimalismo que «menos es más»?
Están relacionados, pero no son idénticos. El minimalismo es un estilo; «menos es más» es un principio conceptual aplicable a distintas corrientes.
¿Se puede aplicar esta filosofía en viviendas pequeñas?
Sí, de hecho es donde más ventajas tiene: amplitud visual, orden y eficiencia espacial.
¿Qué materiales funcionan mejor en una arquitectura de «menos es más»?
Materiales honestos como vidrio, acero, hormigón y maderas naturales, usados sin recubrimientos innecesarios.
