Qué es una junta de dilatación y por qué falla con el paso del tiempo
Están en casi todos los edificios, pero casi nadie les presta atención… hasta que aparecen las grietas. Las juntas de dilatación son esenciales para la estabilidad estructural, y cuando fallan, las consecuencias pueden ser más serias de lo que parece.

Las juntas de dilatación permiten absorber los movimientos del edificio, pero cuando fallan aparecen grietas visibles en fachada.
Hay detalles constructivos que pasan completamente desapercibidos durante años. La junta de dilatación es uno de ellos. No se ve, no se toca y no suele generar conversación en una comunidad de vecinos… hasta que aparecen fisuras, filtraciones o ruidos extraños que nadie sabe explicar.
La junta de dilatación: una pieza pequeña con una función enorme
La junta de dilatación es un espacio previsto entre elementos constructivos que permite absorber los movimientos del edificio provocados por cambios de temperatura, humedad, cargas o asentamientos. En la práctica, funciona como una “zona de amortiguación” que evita que las tensiones se transmitan a la estructura.
En edificios largos, bloques de viviendas, aparcamientos o centros comerciales, estas juntas son obligatorias según el Código Técnico de la Edificación (CTE), que puedes consultar en la web oficial del Ministerio de Vivienda. Sin ellas, los materiales acabarían empujándose entre sí, generando daños progresivos.
Lo curioso es que, cuando todo funciona bien, nadie se acuerda de ellas.
Por qué las juntas de dilatación fallan con el paso del tiempo
Aunque se diseñan para durar décadas, la realidad es que muchas juntas de dilatación en edificios terminan fallando antes de lo previsto. Y no suele ser por una sola causa, sino por la suma de varios factores.
Uno de los más habituales es el envejecimiento de los materiales. Los sellantes elásticos pierden flexibilidad con los años, se endurecen o se agrietan, dejando de cumplir su función. A esto se suma la exposición constante al sol, la lluvia y los cambios bruscos de temperatura.
También influye una ejecución deficiente en obra. Si la junta no tiene el ancho adecuado, no se coloca en el punto correcto o se rellena con materiales rígidos, el fallo está prácticamente garantizado. En muchos edificios antiguos, además, se han cubierto las juntas por motivos estéticos durante reformas posteriores, anulando por completo su función.
Las señales que indican un fallo de junta de dilatación
Aquí aparece el verdadero problema: los síntomas suelen confundirse con defectos menores. Sin embargo, un fallo de juntas de dilatación deja pistas bastante claras si sabes dónde mirar.
Las más habituales son:
- Grietas verticales continuas en fachadas o tabiques interiores.
- Fisuras que reaparecen tras ser reparadas.
- Filtraciones de agua en garajes o sótanos.
- Ruidos secos o crujidos con cambios de temperatura.
En comunidades de vecinos, estos síntomas suelen generar debates interminables sobre si el problema es estructural o “solo estético”. En realidad, muchas veces el origen está en una junta que ha dejado de funcionar correctamente, algo que ya hemos tratado en otros artículos de Habitaro sobre Cuando la estructura respira: el desafío oculto de las deformaciones por flexión y fluencia.
Por qué ignorar una junta dañada sale caro
Al principio, el daño parece limitado. Una pequeña fisura, un sellado que se despega, una mancha de humedad. Sin embargo, cuando una junta estructural no cumple su función, las tensiones se redistribuyen por el edificio.
Con el tiempo, esto puede provocar:
- Daños en elementos estructurales.
- Entrada de agua que acelera la corrosión de armaduras.
- Incremento de las grietas en fachadas y viviendas.
- Costes de reparación mucho más elevados.
No es casualidad que muchos informes periciales incluyan las juntas de dilatación como punto crítico. De hecho, los colegios profesionales de arquitectos técnicos advierten de que un mantenimiento preventivo es mucho más económico que una reparación tardía.
Cómo se revisa y repara una junta de dilatación
La revisión de una junta de dilatación en edificios no consiste solo en mirar si hay grietas visibles. Un técnico cualificado evalúa el estado del sellante, la continuidad de la junta y si esta permite realmente el movimiento previsto en proyecto.
Cuando hay que intervenir, la solución suele pasar por:
- Retirada completa del material deteriorado.
- Limpieza y preparación del soporte.
- Colocación de nuevos sistemas elásticos compatibles.
En algunos casos, especialmente en edificios antiguos, puede ser necesario rediseñar la junta para adaptarla a las condiciones actuales del edificio. Aquí es donde muchas comunidades descubren que una reparación “rápida” de años anteriores fue, en realidad, el origen del problema.
Preguntas frecuentes sobre juntas de dilatación
¿Todas las grietas indican un problema en la junta de dilatación?
No. Pero cuando las grietas son repetitivas y siguen una línea continua, conviene revisarla.
¿Se pueden eliminar las juntas de dilatación por estética?
No es recomendable. Cubrirlas o rigidizarlas suele provocar daños mayores a medio plazo.
¿Cada cuánto tiempo deben revisarse?
No hay un plazo fijo, pero en edificios con más de 20 años es aconsejable una inspección periódica, especialmente tras episodios climáticos extremos.
¿La reparación requiere obras molestas?
Depende del alcance. Muchas actuaciones se realizan desde el exterior y con afección mínima a las viviendas.
Una lección silenciosa que dan los edificios
Las juntas de dilatación no fallan de un día para otro. Avisan. El problema es que pocas veces alguien escucha. Entender cómo funcionan y por qué se deterioran es una forma sencilla de evitar grietas, discusiones vecinales y gastos inesperados.
Porque, en construcción, lo que no se ve… también se mueve.
