El hormigón que no se tapa: cuando el acabado revela cómo está hecho el edificio

El uso del hormigón visto permite que la estructura del edificio actúe como acabado final, reduciendo capas constructivas y reforzando la durabilidad.
Durante años, el hormigón fue un material que se escondía. Se vertía, se desencofraba y se cubría con capas sucesivas de yeso, pintura o falsos acabados. Hoy, sin embargo, cada vez más proyectos hacen justo lo contrario: dejan el hormigón a la vista y lo convierten en acabado final. No por provocación estética, sino por coherencia técnica, durabilidad y una forma distinta de entender la arquitectura.
El hormigón visto en construcción ya no es patrimonio exclusivo de edificios industriales o corrientes brutalistas. Se ha integrado en viviendas, equipamientos públicos, oficinas y rehabilitaciones de alto nivel, donde estructura y acabado se funden en una sola decisión proyectual.
Qué es realmente el hormigón visto (y qué no lo es)
Conviene aclararlo desde el inicio. El hormigón visto no es un hormigón “sin terminar”. Es un material que se diseña, se ejecuta y se controla para quedar expuesto de forma permanente. Cualquier defecto, marca o error será visible durante toda la vida útil del edificio.
Eso implica trabajar con:
- Dosificaciones muy controladas
- Encofrados de alta calidad
- Ritmos de vertido planificados
- Vibrados precisos
- Curados cuidadosos
Cuando se habla de hormigón visto como acabado, la obra deja de ser un simple proceso constructivo y se convierte en parte del diseño arquitectónico.
De material estructural a lenguaje arquitectónico
El hormigón visto arrastra una fuerte carga cultural. En el siglo XX fue el símbolo de una arquitectura directa, funcional y sin concesiones. Aquella estética, asociada a edificios institucionales y universitarios, evolucionó con el tiempo.
Hoy, el hormigón visto se utiliza por razones muy distintas:
- Expresar sinceridad constructiva
- Reducir capas innecesarias
- Aumentar la durabilidad del edificio
- Crear espacios sobrios y atemporales
- Reforzar la identidad del proyecto
No se trata de imponer una estética dura, sino de mostrar cómo está hecho el edificio, sin maquillajes.
Ventajas técnicas del hormigón visto como acabado
Más allá de su imagen, el hormigón visto ofrece ventajas reales desde el punto de vista constructivo y funcional.
Durabilidad y envejecimiento controlado
Es un material que no se descuelga, no se desprende y no requiere repintados periódicos. Bien ejecutado, envejece con dignidad y carácter.
Reducción de capas constructivas
Al eliminar revestimientos, se simplifica el sistema constructivo. Menos capas significan menos patologías asociadas a desprendimientos, fisuras o humedades intersticiales.
Inercia térmica
El hormigón aporta masa. En climas adecuados y con un diseño pasivo correcto, contribuye a estabilizar la temperatura interior y reducir demandas energéticas.
Resistencia al fuego y al uso intensivo
Como acabado, supera ampliamente a muchos materiales tradicionales en términos de seguridad y robustez.
Los riesgos de usarlo sin criterio
El hormigón visto no admite improvisaciones. Sus inconvenientes aparecen cuando se utiliza sin el nivel de exigencia adecuado.
Alta exigencia en obra
Requiere mano de obra especializada y una dirección de obra muy presente. No es compatible con ejecuciones rápidas ni soluciones “de compromiso”.
Coste inicial más elevado
Aunque se ahorra en revestimientos, el coste del encofrado, los controles y la mano de obra puede ser superior al de un sistema convencional.
Correcciones casi imposibles
Una junta mal alineada o una textura irregular no se corrige con una capa de pintura. Forma parte del resultado final.
Confort acústico y térmico
En interiores, debe combinarse con otros materiales para evitar reverberaciones o sensaciones excesivamente frías.
El encofrado: donde empieza el acabado
En el hormigón visto, el encofrado es diseño. Determina textura, ritmo y escala.
- Encofrados de madera: vetas marcadas, aspecto más cálido y artesanal.
- Fenólicos lisos: superficies homogéneas y contemporáneas.
- Metálicos: precisión geométrica e imagen industrial.
- Encofrados especiales: relieves, patrones o modulaciones personalizadas.
Cada elección deja una huella permanente. El edificio “recuerda” cómo se construyó.
El respaldo técnico internacional del hormigón visto
Esta exigencia no responde a una cuestión estética, sino a una lógica estrictamente técnica. El comportamiento del hormigón visto, su durabilidad a largo plazo, la influencia directa del encofrado en el acabado final y la necesidad de tratamientos adecuados están ampliamente documentados en guías técnicas internacionales como las publicadas por The Concrete Centre, donde el hormigón visto se aborda como un sistema constructivo que debe proyectarse desde el inicio y no como un acabado añadido al final del proceso.
Este enfoque refuerza la idea de que el hormigón visto no es una decisión superficial, sino una elección estructural que condiciona todo el proyecto.
Tratamientos habituales sin ocultar el material
Dejar el hormigón visto no significa abandonarlo. Existen tratamientos transparentes que mejoran su comportamiento sin alterar su apariencia:
- Hidrofugantes incoloros
- Selladores antipolvo para interiores
- Tratamientos frente a carbonatación
- Aceites o ceras técnicas en espacios habitados
Estos sistemas facilitan el mantenimiento y prolongan la vida útil del acabado.
Hormigón visto en interiores: cómo hacerlo habitable
En viviendas y espacios de uso cotidiano, el éxito del hormigón visto depende del equilibrio. Funciona especialmente bien cuando se combina con:
- Madera natural
- Iluminación cálida y bien estudiada
- Textiles y elementos acústicos
- Vegetación interior
Lejos de resultar frío, puede transmitir sensación de solidez, continuidad y calma, siempre que el diseño acompañe.
Cuando el acabado es estructura: una forma distinta de proyectar y construir
El uso del hormigón visto conecta de forma natural con otros enfoques habituales en Habitaro, donde la arquitectura se entiende desde la durabilidad y la lógica técnica. Artículos como el análisis sobre diseño arquitectónico para reducir mantenimiento, o los contenidos centrados en arquitectura resiliente y preparada para el uso real, ayudan a contextualizar por qué cada vez más proyectos apuestan por mostrar la estructura en lugar de ocultarla. También se relaciona con reflexiones sobre eficiencia energética pasiva, donde la masa térmica y la simplificación constructiva juegan un papel clave.
Reflexión final: mostrar cómo está hecho importa
Elegir hormigón visto como acabado no es una decisión estética aislada. Es una forma de entender la construcción desde la honestidad material, la durabilidad y la reducción de artificios. En un contexto donde los edificios deben durar más, mantenerse mejor y consumir menos recursos, mostrar la estructura en lugar de ocultarla cobra todo el sentido.
El hormigón visto no perdona errores, pero cuando se proyecta y ejecuta con rigor, se convierte en uno de los acabados más coherentes de la arquitectura contemporánea. No necesita adornos. Su valor está en contar, sin palabras, cómo se construyó el edificio.
Preguntas frecuentes sobre el hormigón visto
¿El hormigón visto es más caro que un acabado tradicional?
Depende del proyecto. Puede tener un coste inicial mayor, pero reduce gastos de mantenimiento y sustitución a largo plazo.
¿Se puede usar en viviendas unifamiliares?
Sí, cada vez es más habitual, especialmente en viviendas contemporáneas bien aisladas y diseñadas.
¿Genera problemas de condensación?
No si el cerramiento está bien diseñado y cumple con los requisitos de aislamiento y control de humedad.
¿Es compatible con normativa energética actual?
Sí, siempre que el sistema constructivo complete el aislamiento por el exterior o interior según el caso.
¿Se puede reparar si aparece una fisura?
Las fisuras estructurales deben tratarse técnicamente; las superficiales suelen asumirse como parte del carácter del material.
