La fiebre del litio en América Latina: riqueza energética y dilemas ambientales

Imagen generada por IA que muestra el impacto visual de la fiebre del litio en la región andina
América Latina vive una auténtica fiebre del litio. Con más del 60 % de las reservas mundiales concentradas en el continente, países como Chile, Argentina, Bolivia y México se han convertido en piezas clave en la carrera global por la transición energética. El auge de los vehículos eléctricos, las baterías de almacenamiento y la industria verde ha disparado las inversiones, los planes nacionales y también los conflictos.
Aunque el litio es fundamental para avanzar hacia una matriz energética más limpia, su extracción plantea serios retos ambientales y sociales: agotamiento de acuíferos, afectación de salares y conflictos con comunidades originarias. En este artículo exploramos las oportunidades, tensiones y decisiones que definirán el futuro de este “oro blanco” en la región.
El Triángulo del Litio: epicentro de la fiebre del litio en América Latina
Chile, Argentina y Bolivia conforman el Triángulo del Litio, una región altiplánica con vastas salmueras ricas en litio. A ellos se suma México, donde el proyecto de Sonora podría posicionar al país como nuevo actor en el mercado.
- Chile, segundo productor mundial, concentra su extracción en el Salar de Atacama con empresas como SQM y Albemarle. Sus exportaciones de litio superaron los 7.700 millones de USD en 2022, y la Estrategia Nacional del Litio del gobierno busca aumentar el rol estatal y la sostenibilidad.
- Argentina, en plena expansión, duplicó su producción en tres años y proyecta crecer un 75 % hacia 2025. Proyectos como Caucharí-Olaroz en Jujuy o Sal de Vida en Catamarca atraen inversión extranjera —sobre todo de China y EE. UU.— y el país explora encadenamientos productivos como fábricas piloto de baterías.
- Bolivia alberga el mayor volumen de recursos (23 millones de toneladas), pero aún no produce a escala comercial. El gobierno impulsa un modelo de nacionalización del litio, con alianzas internacionales para implementar tecnologías de extracción directa y proyectos industriales a través de YLB.
- México declaró el litio como patrimonio nacional en 2022 y creó LitioMX para gestionar su explotación. El yacimiento de Sonora, operado por Ganfeng Lithium, podría ser clave para el nearshoring energético del país, en sinergia con la industria automotriz y el T-MEC.
Oportunidad económica o nueva dependencia del oro blanco
La fiebre del litio abre enormes posibilidades para diversificar economías altamente dependientes de hidrocarburos o minerales tradicionales. La promesa: empleo, exportaciones, inversión extranjera y encadenamientos industriales locales.
Pero también hay riesgos de repetir un modelo primario-exportador, exportando carbonato de litio sin procesar ni valor agregado. Mientras China lidera la manufactura de baterías y la refinación de litio, América Latina aún depende de tecnología e infraestructura externas.
Algunos países, como Chile y Bolivia, han comenzado a exigir que parte del litio se use para fabricar componentes de baterías en el territorio. En Argentina, empresas provinciales como JEMSE tienen participación en proyectos, y se desarrollan plantas de hidróxido de litio y almacenamiento de energía.
Impactos de la minería de litio en ecosistemas frágiles
El principal desafío ambiental de la minería del litio radica en la extracción de salmueras: se bombea agua salada desde los acuíferos profundos para evaporarla en piscinas, extrayendo litio y dejando atrás una huella hídrica significativa.
En el Salar de Atacama (Chile), la presión sobre el ecosistema es creciente. Comunidades atacameñas denuncian que sus vertientes y bofedales están desapareciendo. Estudios del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile advierten una fuerte relación entre extracción de salmuera y disminución de humedales, hábitat del flamenco andino.
En Jujuy y Salta (Argentina), comunidades kollas y atacamas bloquean accesos a proyectos mineros por falta de consulta previa. Reclaman respeto por los territorios ancestrales y temen que la minería afecte las lagunas altoandinas, vitales para la fauna local y su economía basada en el turismo y la agricultura familiar.
En México, el proyecto de litio en Sonora despierta alarma entre científicos y ONGs por su impacto en ecosistemas áridos. El estado ya sufre escasez hídrica, y el procesamiento de litio en arcilla requiere grandes volúmenes de agua y reactivos químicos, como también ocurre en otros sectores intensivos analizados en nuestro artículo sobre datacenters en zonas con escasez hídrica.
Conflictos sociales y exigencia de consulta previa
La fiebre del litio no solo plantea dilemas ecológicos. También pone sobre la mesa los derechos de las comunidades originarias y su participación en las decisiones extractivas.
El Convenio 169 de la OIT obliga a consultar a los pueblos indígenas antes de cualquier actividad en sus territorios. Sin embargo, en muchos casos esto no se cumple, o se realiza de forma simbólica.
El Consejo de Pueblos Atacameños en Chile exige mayor participación en el acuerdo entre SQM y Codelco para extender la explotación hasta 2060. En Bolivia, los comités cívicos de Potosí reclaman que los beneficios del litio queden en la región, no solo en manos del Estado central.
En Salinas Grandes, por ejemplo, las comunidades han declarado el salar como “paisaje cultural ancestral” y propuesto un plan alternativo de desarrollo turístico y artesanal, como parte de una visión que pone en el centro la resiliencia ecológica frente a los extremos climáticos en LATAM.
Geopolítica del litio: China, EE. UU. y Europa en disputa
El litio no solo es un mineral estratégico: es un activo geopolítico. China ha asegurado su presencia a través de empresas como Ganfeng o CATL, invirtiendo en proyectos en Argentina, México y Bolivia. Estados Unidos, por su parte, promueve el nearshoring con México para abastecer su industria de vehículos eléctricos, como la nueva gigafactory de Tesla en Monterrey.
La Unión Europea, que incluyó al litio en su lista de materias primas críticas, firmó memorandos con Argentina y Chile para asegurar suministros sostenibles. Incluso se discute la creación de un sello de litio responsable, que garantice estándares ambientales y sociales.
Conclusión
La fiebre del litio en América Latina puede ser una oportunidad histórica o una trampa extractivista más. La clave está en equilibrar los beneficios económicos con los derechos de las comunidades y la protección ambiental.
La región tiene la capacidad de liderar una transición energética global justa, pero para ello debe:
- Asegurar valor agregado local (refinación, celdas, baterías).
- Regular la extracción con criterios de sostenibilidad y participación.
- Proteger los ecosistemas y acuíferos más frágiles.
- Respetar los derechos indígenas y su autodeterminación.
Preguntas frecuentes (FAQ)
Porque la región concentra más del 60 % de los recursos globales y ha visto un aumento exponencial de proyectos, inversiones y políticas públicas orientadas a su explotación, en el marco de la transición energética.
El principal impacto es el uso intensivo de agua en zonas áridas. La evaporación de salmueras puede afectar ecosistemas como salares, humedales y lagunas altoandinas, poniendo en riesgo la biodiversidad y el acceso al agua de comunidades locales.
Bolivia y México optan por un modelo estatal; Chile por un esquema público-privado con control estatal; y Argentina permite concesiones privadas con participación provincial. Todos enfrentan el reto de industrializar localmente el recurso.
China, EE. UU. y Europa compiten por el suministro de litio. América Latina se vuelve clave en esta disputa y puede aprovechar la competencia para obtener mejores condiciones comerciales, inversión tecnológica y alianzas estratégicas.