Construcción de vivienda en México cae casi 50 % en una década: las causas de una crisis silenciosa
México construye hoy menos de la mitad de las viviendas que levantaba hace diez años. ¿Qué está frenando al sector que alguna vez fue motor de empleo y desarrollo urbano?

Vista panorámica del skyline de Ciudad de México, símbolo del dinamismo urbano y del reto habitacional actual.
La construcción de vivienda en México atraviesa uno de sus periodos más críticos en años. Según datos del Registro Único de Vivienda (RUV) y de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), la producción habitacional se ha reducido casi a la mitad desde 2015. Detrás de esa caída no solo hay factores económicos: también pesan la burocracia, los altos costos de materiales, la escasez de suelo urbano y un modelo de vivienda que ya no responde a las necesidades reales de la población.
Mientras el déficit habitacional crece —más de 9,4 millones de viviendas faltantes, según estimaciones oficiales—, los desarrolladores enfrentan un entorno de rentabilidad mínima y una demanda debilitada. El resultado: menos obra nueva, más informalidad y una brecha social que se amplía año tras año.
Una década de descenso en la construcción vivienda en México
En 2015 México producía más de 300 000 viviendas nuevas al año. Diez años después, la cifra ronda apenas 128 000 unidades, una contracción del 57 % según un análisis de El Financiero. El fenómeno no es puntual: lleva años gestándose, con caídas interanuales en varios indicadores clave del sector.
Un reportaje de El Economista destaca que la tendencia negativa comenzó en 2015 y se mantiene hasta 2025, especialmente en los segmentos de vivienda social y económica. En estados como Veracruz, Puebla o Michoacán la reducción supera el 60 %, mientras que en polos como Nuevo León o la Ciudad de México la actividad se sostiene gracias al impulso del nearshoring y la vivienda vertical.
El Registro Único de Vivienda confirma mínimos históricos: en algunos meses recientes apenas se registraron 10 000 unidades nuevas, niveles no vistos desde 2013, de acuerdo con datos de Arena Pública.
Factores que explican la caída de la construcción vivienda en México
1. Costos disparados y rentabilidad en mínimos
El aumento de precios de insumos como el cemento, el acero o el concreto ha golpeado con fuerza a los constructores. La CMIC estima que los costos de materiales acumulan un alza superior al 35 % desde la pandemia, reduciendo los márgenes de rentabilidad y forzando a posponer proyectos. A ello se suma la inflación energética y de transporte, que ha elevado los presupuestos de obra hasta niveles difíciles de absorber en proyectos de interés social.
2. Tasas de interés y acceso al crédito
El encarecimiento del financiamiento hipotecario ha enfriado la demanda. Las tasas en México rondan hoy el 11 %, y el poder adquisitivo de las familias se ha deteriorado. Según el Infonavit, aunque se otorgan más créditos en número, el monto promedio se ha reducido, limitando el acceso a viviendas de mayor valor. Este ajuste ha desplazado la demanda hacia inmuebles más pequeños y periféricos, donde los desarrolladores tienen márgenes más reducidos.
3. Tramitología y rezago regulatorio
Uno de los mayores cuellos de botella para los promotores son los permisos y licencias municipales. Los tiempos de aprobación pueden superar los 12 meses en ciudades como Guadalajara o Querétaro. La falta de ventanillas únicas y de homologación entre dependencias multiplica los costos indirectos y frena la inversión.
Tanto la CMIC como la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios han insistido en la necesidad de digitalizar los procesos y unificar criterios urbanos, pero las reformas locales avanzan lentamente.
4. Falta de suelo urbanizable
En buena parte del país el suelo disponible para vivienda social se ha agotado o está lejos de los centros de empleo. Esto empuja la expansión hacia la periferia, encareciendo los servicios urbanos y provocando desarrollos desconectados. La falta de coordinación entre municipios y estados en materia de ordenamiento territorial sigue siendo uno de los mayores retos estructurales del país.
5. Políticas públicas sin continuidad
Durante la última década, la política habitacional mexicana ha cambiado varias veces de rumbo. Programas como Vivienda para el Bienestar han buscado atender a poblaciones vulnerables, pero su ejecución ha sido limitada frente al tamaño del déficit. El último informe de BBVA Research confirma que el déficit habitacional acumulado podría superar los 9 millones de unidades si no se incrementa la producción anual.
Impacto económico y laboral del sector vivienda en México
La caída en la construcción de vivienda en México impacta directamente en el empleo formal. El INEGI estima que el sector de la construcción emplea a más de 4,6 millones de personas, de las cuales cerca del 30 % están vinculadas a la edificación habitacional.
La reducción de obra nueva implica menos puestos formales y un aumento de la informalidad laboral, especialmente en pequeñas constructoras. También frena la cadena de valor: cementeras, vidrieras, ferreterías y transportistas ven disminuir su actividad.
En términos macroeconómicos, el peso del sector en el PIB ha pasado del 7,2 % en 2010 a menos del 6 % en 2025, según la Secretaría de Economía. Aunque la obra pública se ha reactivado gracias a megaproyectos de infraestructura, esto no ha compensado la debilidad del mercado habitacional.
¿Hay señales de recuperación en la construcción vivienda en México?
Algunos analistas apuntan a que 2026 podría marcar un punto de inflexión. El auge del nearshoring, que atrae inversión industrial al norte del país, está generando una demanda indirecta de vivienda en zonas como Monterrey, Saltillo y Tijuana.
Sin embargo, la reactivación no será automática: requiere planeación urbana, infraestructura y crédito accesible. Si las políticas públicas no acompañan el crecimiento, el déficit habitacional seguirá aumentando.
También emergen nuevos modelos de construcción industrializada —como la vivienda modular o prefabricada— que podrían reducir costos y tiempos de entrega. En Habitaro ya hemos analizado cómo la innovación en materiales sostenibles está transformando el sector, con ejemplos como el uso de bambú estructural o lignina en la edificación moderna, descritos en el artículo Materiales sostenibles en 2025: del bambú estructural a la lignina.
La apuesta por soluciones sostenibles se vincula directamente con la necesidad de crear ciudades resilientes y espacios más habitables, tal como exploramos en Infraestructura verde y habitabilidad urbana: claves para ciudades resilientes.
Conclusión: una década perdida que exige reformas profundas
La caída de la construcción de vivienda en México no es solo una cifra, sino el reflejo de una política urbana fragmentada, una industria presionada por los costos y una demanda sin acceso a crédito asequible.
Recuperar el ritmo constructivo exigirá medidas coordinadas entre el sector público y privado:
- Incentivos fiscales para desarrolladores que construyan vivienda social.
- Digitalización de trámites para reducir plazos.
- Programas de suelo urbano con servicios e infraestructura.
- Fomento a la industrialización y sostenibilidad en la construcción.
Si el país aspira a cerrar su déficit habitacional, debe apostar por una nueva política de vivienda que combine productividad, equidad territorial y eficiencia ambiental.
Preguntas frecuentes sobre la construcción de vivienda en México
Por la combinación de altos costos de materiales, falta de suelo urbanizable, trámites lentos y crédito hipotecario limitado. Estos factores reducen la rentabilidad de los proyectos y frenan la inversión privada.
Entidades como Veracruz, Puebla y Chiapas muestran los descensos más marcados. En cambio, regiones con fuerte actividad industrial, como Nuevo León o Baja California, mantienen niveles más estables gracias al efecto del nearshoring.
Menos vivienda nueva implica un aumento del déficit habitacional, más presión sobre los alquileres y pérdida de empleos en la construcción. Además, encarece el acceso a vivienda digna para miles de familias jóvenes.
Agilizar licencias, promover vivienda vertical y modular, y crear reservas de suelo con servicios básicos. También fortalecer la colaboración entre Infonavit, desarrolladores y gobiernos locales.