Referéndum del Yasuní en Ecuador: la decisión que frena el petróleo y reconfigura la política ambiental en LATAM
Ecuador decidió por voto popular cerrar un bloque petrolero activo en la Amazonía. El mundo observa si el referéndum del Yasuní será realmente cumplido.

El Parque Nacional Yasuní, epicentro del referéndum ambiental que marcó un precedente histórico en Ecuador. Imagen generada por IA.
El referéndum del Yasuní en Ecuador marcó un antes y un después en la historia ambiental de América Latina. Por primera vez, un país decidió por voto popular cerrar un proyecto petrolero activo dentro de un área natural protegida, obligando al Estado a dejar crudo bajo tierra en una de las zonas con mayor biodiversidad del planeta.
La consulta, celebrada en agosto de 2023, no fue simbólica. Afectó directamente a la explotación del Bloque 43-ITT, en pleno Parque Nacional Yasuní, y abrió un debate incómodo pero necesario: hasta dónde puede —y debe— llegar una democracia cuando decide poner límites a la economía extractiva.
Desde entonces, Ecuador no solo está gestionando un cierre petrolero. Está poniendo a prueba su credibilidad institucional, su capacidad técnica y su modelo de desarrollo.
El referéndum del Yasuní en Ecuador y el fin de la explotación petrolera
La pregunta del referéndum del Yasuní en Ecuador fue directa: continuar explotando petróleo en el ITT o detener la actividad y desmontar progresivamente la infraestructura existente. La mayoría ciudadana optó por la segunda opción, forzando al Estado a ejecutar una decisión sin precedentes.
El impacto internacional fue inmediato. Medios como El País y The Guardian subrayaron el carácter excepcional de una democracia ordenando, mediante urnas, renunciar a ingresos petroleros en favor de la biodiversidad y los derechos territoriales. En un contexto global marcado por la crisis climática, el caso Yasuní convirtió a Ecuador en referencia —y también en advertencia— para el resto de la región.
Qué decidió el referéndum del Yasuní en Ecuador sobre el Bloque 43-ITT
Sin embargo, votar es solo el inicio. Ejecutar un cierre petrolero en la Amazonía implica abandonar pozos, desmontar plataformas, gestionar pasivos ambientales y redefinir economías locales que durante años dependieron de la actividad extractiva.
Tras el referéndum, el Gobierno inició el proceso de cierre progresivo del Bloque 43-ITT. No obstante, la transición ha sido más lenta de lo que gran parte de la ciudadanía esperaba, generando tensiones entre el mandato popular y los tiempos técnicos de la industria.
En 2024, France24 advertía que, pese al resultado de la consulta, la explotación seguía activa mientras se discutían plazos, protocolos y responsabilidades. Ese desfase reavivó la presión social y el debate político interno sobre el cumplimiento efectivo del mandato popular.
Cierre de pozos, costes y un calendario bajo vigilancia
El proceso de desmontaje tiene una dimensión económica crítica. Según Reuters, el cierre contempla decenas de pozos y un abandono definitivo que se extenderá durante varios años, con costes elevados de desmantelamiento y remediación ambiental.
A esto se suma la reducción progresiva de producción, que impacta directamente en los ingresos públicos de un país donde el petróleo sigue siendo una fuente clave de divisas. Por eso, el referéndum del Yasuní en Ecuador no es solo una decisión ambiental: es una apuesta política y fiscal de alto riesgo, especialmente en un contexto de fragilidad económica y tensiones sociales.
El “día después” en la Amazonía: comunidades y legitimidad social
Uno de los puntos más delicados del proceso es su impacto en las comunidades locales. En regiones históricamente olvidadas por el Estado, la industria petrolera ha actuado, con todas sus contradicciones, como fuente de empleo, servicios y transferencias económicas.
El éxito del cierre dependerá de cómo se gestionen las alternativas productivas y las compensaciones territoriales, porque el vacío económico puede generar nuevos conflictos si no se sustituye por modelos sostenibles y creíbles. El reto no es solo cerrar pozos, sino evitar que el Yasuní pase de símbolo ambiental a foco de inestabilidad social.
Un precedente que observa toda Latinoamérica
El alcance del referéndum del Yasuní en Ecuador trasciende sus fronteras. En una región donde la economía extractiva sigue dominando buena parte de las finanzas públicas, el caso plantea preguntas incómodas sobre licencias sociales, consultas populares y límites democráticos al desarrollo basado en recursos naturales.
Otros países observan con atención si Ecuador logra sostener la decisión sin diluirla. El precedente puede influir en futuros debates sobre minería, hidrocarburos y grandes infraestructuras, especialmente en territorios sensibles desde el punto de vista ambiental.
Este proceso conecta con una transformación más amplia del modelo energético regional, analizada en Habitaro en el contexto de la transición energética en Latinoamérica, donde las decisiones políticas empiezan a condicionar inversiones, planificación urbana y nuevas demandas constructivas.
¿Modelo replicable o excepción histórica?
Por ahora, el referéndum del Yasuní en Ecuador parece más una excepción que una tendencia. Ningún otro país ha cerrado por consulta popular un proyecto petrolero activo dentro de un parque nacional.
Sin embargo, su valor no reside en la copia literal, sino en el mensaje político: la ciudadanía puede imponer límites ambientales incluso a sectores estratégicos. Ese mensaje ya empieza a influir en debates regulatorios y en la presión social sobre proyectos extractivos en otros países de la región.
En paralelo, la búsqueda de modelos urbanos y constructivos compatibles con la descarbonización gana peso, como se analiza en Habitaro en relación con los edificios Net Zero en Latinoamérica.
Conclusión: una decisión histórica aún en disputa
Ecuador ya hizo historia al convertir la protección del Yasuní en un mandato popular vinculante. Pero el verdadero juicio no está en el resultado del referéndum, sino en su ejecución. Si el cierre del Bloque 43-ITT se completa con rigor técnico, transparencia y justicia social, el referéndum del Yasuní en Ecuador será recordado como el mayor precedente ambiental de América Latina.
Si, por el contrario, se diluye en plazos indefinidos y ambigüedad institucional, quedará como una oportunidad histórica a medio camino. El desenlace sigue abierto, y por eso Ecuador continúa bajo la mirada del mundo.
Preguntas frecuentes sobre el referéndum del Yasuní en Ecuador
Ordenó detener la explotación petrolera en el Bloque 43-ITT, dentro del Parque Nacional Yasuní, y avanzar hacia su cierre progresivo.
Sí, el proceso se ha iniciado, aunque de forma gradual y con un calendario todavía en discusión pública.
Porque es el primer caso en el que una democracia decide por voto popular cerrar un proyecto petrolero activo en un área protegida.
Reduce ingresos petroleros a corto plazo y genera costes de desmantelamiento, pero puede abrir oportunidades de financiación verde y transición energética.
No de forma idéntica, pero establece un precedente que influye en debates sobre licencias ambientales, consulta social y desarrollo extractivo.
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