De amenaza tóxica a solución moderna: el giro del fibrocemento entre amianto y fibras sintéticas

Imagen generada digitalmente que representa fibrocemento con amianto frente a fibrocemento con fibras sintéticas.
Durante años, el fibrocemento fue un material común en la construcción: resistente, económico y versátil. Se instalaba en cubiertas, bajantes, fachadas o naves industriales sin mayor cuestionamiento. Pero el amianto contenido en su interior escondía un peligro silencioso. Hoy, tras su prohibición y la presión normativa para eliminarlo del entorno urbano, el fibrocemento ha pasado de ser un recurso técnico a un desafío legal, medioambiental y de salud pública.
¿Qué es el fibrocemento y por qué preocupa?
El fibrocemento es una mezcla de cemento con fibras de refuerzo. Durante gran parte del siglo XX, esas fibras eran de amianto, un mineral con alta resistencia pero también altamente tóxico. La inhalación de sus fibras puede causar enfermedades graves como asbestosis, mesotelioma y cáncer de pulmón, cuyos efectos pueden aparecer décadas después de la exposición.
En España, el uso del amianto quedó prohibido en 2002 mediante una orden ministerial que implementó la normativa europea. Desde entonces, no se puede fabricar ni instalar fibrocemento con amianto. No obstante, millones de metros cuadrados siguen presentes en edificios anteriores a esa fecha.
Nueva normativa: censo obligatorio y retirada planificada
La Ley 7/2022 de residuos obliga a todos los ayuntamientos a elaborar un censo de instalaciones con amianto y a planificar su retirada antes de 2028. Esta disposición ha activado una carrera contrarreloj para identificar cubiertas, bajantes y otros elementos contaminantes en viviendas, centros educativos e industrias.
El Real Decreto 396/2006 regula cómo debe intervenirse en espacios con amianto. Solo empresas autorizadas pueden realizar estos trabajos, siguiendo un plan aprobado por la autoridad laboral. Además, se deben aplicar medidas estrictas para proteger a los trabajadores, desde la formación hasta el uso de equipos de protección individual y protocolos de descontaminación.
En 2023, la UE reforzó aún más estas medidas reduciendo el límite de exposición laboral a 0,01 fibras por cm³, promoviendo métodos de detección más precisos como la microscopía electrónica.
El nuevo fibrocemento: seguro, eficiente y versátil
Tras la prohibición del amianto, el fibrocemento se reinventó. Hoy se fabrica con fibras sintéticas, minerales o de celulosa, completamente seguras. Estas variantes modernas mantienen las ventajas del material tradicional: durabilidad, resistencia a la intemperie y bajo mantenimiento.
Sus aplicaciones abarcan desde cubiertas ventiladas y fachadas decorativas hasta divisiones interiores en edificios residenciales e industriales. Además, es incombustible, resistente al agua, no requiere tratamientos especiales y su precio sigue siendo competitivo. Fabricantes como Euronit ofrecen productos certificados bajo normativas de calidad y sostenibilidad.
El fibrocemento actual también destaca por su comportamiento térmico y acústico, lo que lo convierte en una opción eficiente para rehabilitaciones energéticas.
Cómo se retira el fibrocemento con amianto
Eliminar fibrocemento con amianto exige un protocolo técnico riguroso:
- Identificación y planificación: se confirma la presencia de amianto y se elabora un plan de trabajo por parte de una empresa autorizada.
- Aprobación y notificación: el plan se presenta a la autoridad laboral y se comunica la fecha de inicio.
- Protección del entorno y trabajadores: se delimita la zona, se emplean equipos de protección homologados y se evita cualquier rotura del material.
- Retirada segura: se desmonta el fibrocemento en húmedo, se embala herméticamente y se transporta a un vertedero autorizado.
- Limpieza y certificación: se realiza una limpieza con filtros HEPA, se mide la calidad del aire y se certifica la descontaminación.
Toda la documentación debe conservarse durante 40 años. El proceso busca garantizar la seguridad de operarios, vecinos y medio ambiente.
Oportunidad para la rehabilitación y empleo verde
La retirada de amianto no solo es una obligación legal. También representa una oportunidad para renovar edificios, mejorar su eficiencia energética y generar empleo especializado. En el marco de los fondos europeos Next Generation, muchas comunidades están impulsando proyectos de rehabilitación que incluyen el desamiantado.
El fibrocemento sin amianto es una de las alternativas utilizadas para sustituir cubiertas antiguas. Además de mejorar la seguridad, estos trabajos contribuyen a modernizar el parque edificatorio y a reducir su huella ambiental.
España se ha alineado con la estrategia europea «Una Europa sin amianto», que plantea como objetivo eliminar todos los residuos de este tipo antes de 2032.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Cómo saber si una cubierta contiene amianto? Si fue instalada antes de 2002 y tiene apariencia de uralita, es muy probable que lo contenga. La confirmación debe hacerse mediante análisis en laboratorio.
¿Es obligatorio retirar el fibrocemento con amianto? No es obligatorio de forma inmediata, salvo que esté deteriorado. Sin embargo, debe planificarse su retirada antes de 2028 en edificios públicos.
¿Puedo retirar la uralita por mi cuenta? No. Solo empresas inscritas en el RERA están autorizadas para manipular materiales con amianto. Hacerlo por cuenta propia es ilegal y peligroso.
¿Qué alternativas existen al fibrocemento con amianto? Placas de fibrocemento sin amianto, paneles metálicos, cubiertas de policarbonato o teja cerámica, según el uso y el presupuesto.
¿Dónde se gestionan los residuos de amianto? En vertederos autorizados para residuos peligrosos. Nunca deben tirarse en vertederos convencionales ni mezclarse con otros escombros.
