Federico Correa: la elegancia moderna en la arquitectura catalana
Federico Correa fue el arquitecto que mejor supo traducir la luz y la proporción del Mediterráneo a la arquitectura moderna catalana. Su legado, junto a Alfonso Milà, sigue vivo en cada obra donde la elegancia se confunde con la vida cotidiana.

El restaurante Il Giardinetto de Barcelona, diseñado por Federico Correa y Alfonso Milà, es uno de los interiores más emblemáticos de la arquitectura catalana moderna.
Pocos arquitectos representan con tanta claridad la unión entre tradición y modernidad como Federico Correa, figura clave de la arquitectura catalana moderna. Desde los años cincuenta, su obra fue sinónimo de equilibrio, serenidad y proporción. Con un estilo sobrio y mediterráneo, Correa consolidó una manera de entender la arquitectura que trascendió modas, centrada en el detalle, la luz y la vida cotidiana.
La modernidad mediterránea como lenguaje arquitectónico
Formado en la ETSAB junto a figuras como José Antonio Coderch, Federico Correa perteneció a una generación que quiso recuperar la modernidad truncada por la guerra civil. Frente al monumentalismo oficial, propuso una arquitectura humana, racional y serena, capaz de dialogar con el paisaje y el clima.
Sus primeros proyectos ya mostraban esa sensibilidad: composiciones limpias, geometrías claras y materiales locales. Para Correa, la arquitectura debía ser funcional pero también emocional, y el espacio interior tenía el mismo valor que la fachada.
Su lenguaje se caracteriza por el uso preciso de la luz natural, la continuidad visual entre interior y exterior y una escala siempre ajustada a la medida humana. Esta aproximación definiría buena parte de la arquitectura catalana moderna de la segunda mitad del siglo XX.

Correa & Milà: una sociedad que transformó Barcelona
En 1953 fundó, junto a Alfonso Milà, el estudio Correa & Milà, una alianza que duraría más de cuatro décadas. Juntos firmaron algunos de los proyectos más significativos del periodo moderno en Cataluña, uniendo rigor técnico y sensibilidad mediterránea.
Entre sus obras más conocidas destaca el Hotel Park de Barcelona (1953–1957), considerado uno de los primeros ejemplos de arquitectura moderna tras la posguerra. Su estructura limpia, el juego de persianas móviles y la proporción de las terrazas resumen su búsqueda de claridad y elegancia.
El edificio se integraba en el paisaje urbano sin estridencias, aportando una nueva forma de hospitalidad moderna en plena Barcelona del desarrollismo.
Otra obra esencial es la Casa Senillosa (Cadaqués, 1956), donde la arquitectura se adapta a la topografía y al blanco del Mediterráneo. El uso del muro encalado, la relación entre sombra y luz y la proporción de los volúmenes muestran una comprensión profunda del entorno.
La afinidad entre Correa y Coderch se refleja también en su interpretación honesta del espacio doméstico, visible en la lámpara Disa de José Antonio Coderch, símbolo de la modernidad mediterránea.
En su conjunto, el estudio Correa & Milà proyectó más de un centenar de obras, entre viviendas, edificios públicos e interiores, siempre con una constante: el cuidado del detalle. Para ellos, el arquitecto debía proyectar “desde la silla hasta el paisaje”.
Viviendas y obras residenciales: espacios para la vida cotidiana
Una parte importante del legado de Correa se concentra en la vivienda, donde exploró distintas tipologías urbanas y rurales. Las casas unifamiliares en Cadaqués, Vallvidrera o el Empordà reflejan su atención a la orientación, la luz y la privacidad.
En el ámbito urbano, destacan los edificios de viviendas en la calle Calvet y en la avenida Diagonal, que reinterpretan la tradición del ensanche barcelonés con una sobriedad geométrica y materiales cálidos como la madera y la piedra.
Estas obras muestran cómo Correa buscaba siempre la armonía entre modernidad y tradición, un equilibrio que convirtió sus edificios en ejemplos atemporales de habitabilidad mediterránea.
Interiores emblemáticos y sensibilidad material
El talento de Federico Correa se extendió también al interiorismo. Sus intervenciones en locales como el Restaurante Flash Flash (1970) o el Il Giardinetto (1973) definieron una nueva estética urbana: paredes blancas, iluminación indirecta y una cuidada elección de materiales.
Ambos espacios siguen abiertos hoy, convertidos en iconos del diseño barcelonés.
En estos proyectos, Correa demostró que el interior debía expresar el carácter del lugar. No se trataba de decorar, sino de construir atmósferas coherentes con la arquitectura.
Ese mismo equilibrio entre función y proporción se percibe en los diseños de Miguel Milà y su lámpara TMM, herederos del espíritu mediterráneo que guió la obra de Correa.
Arquitectura pública y diseño institucional
Más allá de la vivienda, Correa y Milà participaron en proyectos institucionales y de oficinas que ampliaron su influencia. Entre ellos, la sede del Colegio de Arquitectos de Tarragona o el edificio Godó i Trias, donde la racionalidad estructural se combina con un lenguaje urbano refinado.
En los años ochenta, fueron responsables de la remodelación del Ayuntamiento de Barcelona y de varios espacios interiores de representatividad institucional. Estos proyectos consolidaron su reputación como arquitectos de confianza, capaces de conjugar prestigio y sobriedad.
Federico Correa y la docencia arquitectónica
Durante más de tres décadas, Correa fue profesor en la ETSAB, donde defendió una enseñanza centrada en el oficio y la mirada crítica. Más que imponer un estilo, enseñaba a observar, dibujar y pensar el lugar.
Su influencia fue profunda: muchas generaciones aprendieron con él que la buena arquitectura no es un gesto, sino una manera de entender la vida.
Como recordaba en una entrevista con Arquitectura Viva, “la arquitectura es una cuestión de cultura, no de ego”. Esa frase resume la esencia de su pensamiento.
Un legado atemporal
El legado de Federico Correa se mide por la vigencia de su obra. Sus edificios continúan habitados con naturalidad, y su lenguaje discreto sigue siendo ejemplo de equilibrio. En la actualidad, estudios como RCR Arquitectes o Taller 9sreconocen su influencia en la búsqueda de una modernidad serena y local.
Su muerte en 2020 marcó el final de una etapa, pero también la consolidación de un modo de hacer arquitectura que sigue presente en cada proyecto que valora la luz, la proporción y la verdad material.
Para conocer más sobre su obra, puede consultarse la documentación de la Fundación DOCOMOMO Ibérico o el archivo del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC), donde se conservan planos y fotografías originales.
Preguntas frecuentes (FAQs)
¿Quién fue Federico Correa?
Federico Correa (1924–2020) fue un arquitecto catalán y cofundador del estudio Correa & Milà. Su obra combinó modernidad y tradición mediterránea, dejando una huella profunda en la arquitectura del siglo XX.
¿Cuáles son sus obras más importantes?
Entre sus obras destacan el Hotel Park, la Casa Senillosa, el Restaurante Flash Flash y el edificio Godó i Trias, todos ejemplos de sobriedad y elegancia estructural.
¿Qué caracteriza la arquitectura de Correa?
La claridad geométrica, la proporción y la luz natural, además de una relación respetuosa con el contexto y los materiales nobles.
¿Dónde se puede ver su obra?
Sus proyectos más representativos se encuentran en Barcelona, Cadaqués y Tarragona, y parte de su archivo está disponible en la Fundación DOCOMOMO y el COAC.