Hormigón inteligente de la Universidad de Nueva Gales del Sur: se repara solo y reduce CO₂

Campus de la Universidad de Nueva Gales del Sur donde se investiga el hormigón inteligente

Vista del campus de la Universidad de Nueva Gales del Sur, pionera en hormigón inteligente

Un nuevo material para una nueva era

La construcción está a punto de experimentar una revolución. Investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW Sydney) han desarrollado un hormigón inteligente capaz de autovigilarse, detectar fisuras y autorrepararse, lo que podría cambiar para siempre la forma en que diseñamos y mantenemos infraestructuras. Esta innovación representa un avance crucial en la búsqueda de materiales de construcción sostenibles, más duraderos y respetuosos con el medio ambiente.


¿Qué es el hormigón inteligente?

A diferencia del hormigón tradicional, el hormigón inteligente incorpora nanomateriales conductivos como grafeno, nanotubos y fibras de carbono, que lo convierten en un material piezorresistivo: su resistencia eléctrica varía cuando sufre deformaciones o microfisuras. Esta propiedad permite monitorizar el estado estructural de forma continua y anticipar posibles fallos, sin necesidad de sensores externos.

Además, incluye aditivos cristalinos reactivos que, al entrar en contacto con la humedad, generan nuevos cristales que sellan automáticamente las fisuras internas, un proceso conocido como auto-curado.


Una solución para infraestructuras más seguras y duraderas

La combinación de sensado interno y reparación autónoma permite al hormigón inteligente extender la vida útil de estructuras como puentes, túneles, presas o edificios. Según el investigador principal Wengui Li, esta tecnología puede duplicar la durabilidad habitual de estas infraestructuras, superando los 100 años sin intervenciones mayores.

Este tipo de solución ya se está probando en condiciones reales en infraestructuras críticas y entornos húmedos, como túneles y plantas de tratamiento de agua, donde la humedad activa el proceso de autocurado.


Reducción de emisiones: construir con menos cemento

El sector cementero es responsable de casi el 8% de las emisiones globales de CO₂. Al prolongar la vida útil de las estructuras y reducir la necesidad de reparaciones y reconstrucciones, el hormigón inteligente se presenta como uno de los materiales de construcción sostenibles con mayor potencial de impacto climático.

Un estudio reciente de la Universidad de Virginia demuestra que añadir grafeno a cementos calcáreos puede reducir las emisiones en un 31%. Asimismo, se han documentado reducciones de hasta 90% en el CO₂ del ciclo de vida en proyectos piloto como el carril bus del aeropuerto de Schiphol, en Países Bajos, donde se empleó hormigón autorreparable de tipo bacteriano.


Comparado con otros materiales innovadores

A nivel global, universidades como TUDelft (Países Bajos) o Purdue (EE.UU.) trabajan en desarrollos similares. En Europa, la empresa Basilisk ha logrado introducir al mercado un hormigón con bacterias encapsuladas que reacciona al agua para sellar fisuras, aplicado ya en túneles y aeropuertos.

Lo que diferencia al enfoque de la UNSW es su integración simultánea de monitorización eléctrica interna y autorreparación pasiva, sin necesidad de dispositivos externos ni mantenimiento adicional. Puedes consultar en Habitaro otros avances complementarios, como los aerogeles para enfriamiento pasivo o las viviendas de energía positiva, que también apuntan a una edificación más sostenible.


¿Cómo funciona técnicamente?

ComponenteFunción principal
Grafeno y fibras de carbonoConductividad eléctrica, detección de microfisuras mediante cambios en resistividad
Aditivos cristalinosReacción con humedad para sellar fisuras internas
Recubrimientos silanosProtección de los sensores contra la humedad y degradación externa

Este sistema se activa automáticamente ante cualquier daño estructural, permitiendo no solo detectar a tiempo sino también reparar sin intervención humana.


¿Qué desafíos tiene?

Como todo material emergente, el hormigón inteligente presenta retos técnicos:

  • Asegurar la dispersión homogénea de los nanomateriales.
  • Garantizar el funcionamiento en climas secos, donde el auto-curado requiere aporte de humedad.
  • Ajustar normativas y procesos de certificación para su implantación comercial a gran escala.

No obstante, en condiciones húmedas o controladas, los ensayos han sido prometedores y demuestran un rendimiento superior al del hormigón tradicional.


¿Es viable económicamente?

Aunque su coste inicial puede ser hasta el doble que el del hormigón convencional, su uso se compensa por los ahorros en mantenimiento, menores emisiones y una vida útil mucho más larga. En contextos de obra civil o edificación pública, esta inversión inicial está justificada.


Un paso más hacia la construcción regenerativa

La integración de sensores, autodiagnóstico y reparación automática sitúa al hormigón inteligente en la vanguardia de los materiales de construcción sostenibles. Esta tecnología, aún en expansión, forma parte de una tendencia más amplia hacia la construcción regenerativa y resiliente, como ya analizamos en artículos como la construcción circular con barro y madera o los materiales sostenibles en 2025.


Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Qué significa que el hormigón sea “piezorresistivo”?

Significa que su resistencia eléctrica cambia cuando se deforma, lo que permite detectar fisuras de forma precisa y continua.

¿Cómo se repara solo este hormigón?

Gracias a unos aditivos cristalinos que, al entrar en contacto con agua, generan compuestos minerales que rellenan automáticamente las fisuras.

¿Cuánto puede durar una estructura con este material?

Hasta más de 100 años, el doble de lo que se considera normal con hormigón convencional.

¿Es más caro que el hormigón tradicional?

Sí, pero compensa por el menor mantenimiento, mayor vida útil y reducción de emisiones.

¿Dónde puede usarse?

En puentes, túneles, depósitos, presas, edificios expuestos a humedad o infraestructuras urbanas críticas.


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